**Descripción:** Un sensor molecular es un dispositivo diseñado para detectar y medir la presencia de moléculas específicas en una muestra. Estos sensores son fundamentales en el ámbito de los sensores IoT (Internet de las Cosas), ya que permiten la recopilación de datos en tiempo real sobre la composición química de diferentes entornos. Su funcionamiento se basa en principios químicos y físicos que permiten identificar la interacción entre las moléculas objetivo y el material sensible del sensor. Los sensores moleculares pueden ser altamente selectivos, lo que significa que pueden distinguir entre diferentes tipos de moléculas, incluso en mezclas complejas. Esto los hace extremadamente útiles en aplicaciones que requieren un monitoreo preciso, como la detección de contaminantes en el aire o el agua, el análisis de alimentos y la monitorización de la salud. Además, su integración con tecnologías IoT permite la transmisión de datos a plataformas en la nube, facilitando el análisis y la toma de decisiones basadas en datos en tiempo real. La miniaturización y la mejora en la sensibilidad de estos dispositivos han ampliado su uso en diversas industrias, desde la medicina hasta la agricultura, convirtiéndolos en herramientas esenciales para la innovación tecnológica y la sostenibilidad.
**Usos:** Los sensores moleculares se utilizan en una variedad de aplicaciones, incluyendo la detección de gases tóxicos, el monitoreo de la calidad del aire y del agua, así como en la industria alimentaria para garantizar la seguridad de los productos. También son esenciales en el campo de la medicina, donde se emplean para el diagnóstico de enfermedades a través de la detección de biomarcadores específicos en fluidos corporales. En la agricultura, estos sensores ayudan a monitorear la salud del suelo y las plantas, permitiendo una gestión más eficiente de los recursos.
**Ejemplos:** Un ejemplo de sensor molecular es el sensor de gas MQ-7, que se utiliza para detectar monóxido de carbono en el aire. Otro ejemplo es el uso de biosensores en pruebas de diagnóstico médico, como los que detectan glucosa en sangre para el monitoreo de la diabetes. En el ámbito agrícola, se utilizan sensores moleculares para medir la concentración de nitratos en el suelo, lo que ayuda a optimizar el uso de fertilizantes.
