Descripción: Un sensor microfluídico es un dispositivo que manipula pequeños volúmenes de fluidos, generalmente en el rango de nanolitros a microlitros, para realizar análisis y detección de diversas sustancias. Estos sensores se basan en principios de microfabricación y permiten el control preciso del flujo de líquidos a través de canales diminutos. Su diseño compacto y su capacidad para realizar múltiples funciones en un solo chip los hacen ideales para aplicaciones en biomedicina, química y análisis ambiental. Los sensores microfluídicos son capaces de integrar procesos de muestreo, reacción y detección, lo que los convierte en herramientas versátiles y eficientes. Además, su conexión con tecnologías de Internet de las Cosas (IoT) permite la recolección y transmisión de datos en tiempo real, facilitando el monitoreo y la toma de decisiones basadas en datos. La miniaturización de estos dispositivos también contribuye a la reducción de costos y al aumento de la accesibilidad en diversas aplicaciones, desde diagnósticos médicos hasta el análisis de calidad del agua.
Historia: Los sensores microfluídicos surgieron en la década de 1990, impulsados por avances en microfabricación y la necesidad de realizar análisis más rápidos y precisos. Uno de los hitos importantes fue el desarrollo de chips microfluídicos que permitieron la manipulación de fluidos a escalas microscópicas. A lo largo de los años, la investigación en este campo ha crecido exponencialmente, con aplicaciones que abarcan desde la biología molecular hasta la química analítica.
Usos: Los sensores microfluídicos se utilizan en una variedad de aplicaciones, incluyendo diagnósticos médicos, análisis de alimentos, control de calidad del agua y estudios ambientales. Su capacidad para realizar múltiples análisis en un solo dispositivo los hace ideales para laboratorios de investigación y clínicas. También se utilizan en la detección de enfermedades infecciosas y en la monitorización de biomarcadores en tiempo real.
Ejemplos: Un ejemplo de sensor microfluídico es el dispositivo desarrollado para la detección rápida de COVID-19, que permite realizar pruebas en el lugar y obtener resultados en minutos. Otro ejemplo es el uso de sensores microfluídicos en la industria alimentaria para detectar contaminantes en productos agrícolas.