Descripción: El Factor de Crecimiento Endotelial Vascular (VEGF, por sus siglas en inglés) es una proteína de señalización crucial en el proceso de angiogénesis, que es la formación de nuevos vasos sanguíneos a partir de los existentes. Esta proteína actúa principalmente sobre las células endoteliales, que recubren los vasos sanguíneos, promoviendo su proliferación, migración y supervivencia. El VEGF se produce en respuesta a condiciones de hipoxia, donde la falta de oxígeno estimula su liberación para facilitar el suministro sanguíneo a los tejidos. Además, el VEGF juega un papel importante en la regulación de la permeabilidad vascular, lo que permite el paso de nutrientes y células inmunitarias hacia los tejidos. Su relevancia se extiende a diversas áreas de la biología y la medicina, incluyendo la oncología, donde se ha observado que muchos tumores malignos secretan VEGF para fomentar su propio suministro sanguíneo, lo que les permite crecer y diseminarse. Por lo tanto, el VEGF no solo es fundamental para el desarrollo normal de los vasos sanguíneos durante el crecimiento y la cicatrización, sino que también se ha convertido en un objetivo terapéutico en el tratamiento de enfermedades como el cáncer y la degeneración macular, donde la angiogénesis patológica es un factor clave.
Historia: El Factor de Crecimiento Endotelial Vascular fue identificado por primera vez en 1983 por el investigador Napoleone Ferrara y su equipo, quienes lo aislaron a partir de un extracto de tumor. Desde entonces, se han realizado numerosos estudios que han ampliado nuestra comprensión sobre su papel en la angiogénesis y su implicación en diversas patologías. En 1993, se clonó el gen que codifica el VEGF, lo que permitió su producción recombinante y el desarrollo de terapias dirigidas.
Usos: El VEGF se utiliza en la investigación biomédica para estudiar la angiogénesis y su papel en enfermedades como el cáncer, la retinopatía diabética y la enfermedad cardiovascular. Además, se han desarrollado inhibidores del VEGF, como el bevacizumab, que se utilizan en tratamientos oncológicos para limitar el crecimiento tumoral al bloquear la formación de nuevos vasos sanguíneos.
Ejemplos: Un ejemplo del uso del VEGF en la práctica clínica es el tratamiento de pacientes con cáncer de colon metastásico, donde se administra bevacizumab para inhibir el crecimiento tumoral. Otro ejemplo es el uso de terapias anti-VEGF en pacientes con degeneración macular húmeda, donde se inyectan medicamentos que bloquean el VEGF para reducir la pérdida de visión.