Descripción: La amenaza persistente es un tipo de ataque cibernético caracterizado por un intruso que obtiene acceso a una red y permanece indetectado durante un período prolongado. Este tipo de amenaza se distingue por su enfoque metódico y su capacidad para evadir las medidas de seguridad convencionales. Los atacantes suelen tener como objetivo organizaciones específicas, como gobiernos, empresas o instituciones financieras, y utilizan técnicas avanzadas para infiltrarse en los sistemas. Una vez dentro, pueden robar información sensible, realizar espionaje o incluso sabotear operaciones. Las amenazas persistentes son particularmente peligrosas porque los atacantes pueden permanecer en la red durante meses o incluso años, recopilando datos y adaptándose a las defensas de la organización. La detección de estas amenazas es complicada, ya que los atacantes suelen utilizar herramientas y tácticas que imitan el comportamiento normal de los usuarios y sistemas, lo que dificulta su identificación. La naturaleza sigilosa de estas intrusiones hace que las organizaciones deban implementar estrategias de seguridad más robustas y proactivas, incluyendo la monitorización continua de la red y la formación de los empleados en la identificación de comportamientos sospechosos.
Historia: El término ‘amenaza persistente’ se popularizó a principios de la década de 2000, especialmente en el contexto de ataques dirigidos a organizaciones gubernamentales y militares. Uno de los incidentes más notables que ayudó a definir este concepto fue el ataque a la red de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EE. UU. en 2007, que reveló la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas. Desde entonces, el término ha evolucionado y se ha utilizado para describir una variedad de ataques sofisticados que emplean tácticas de infiltración prolongada.
Usos: Las amenazas persistentes se utilizan principalmente para el espionaje industrial, el robo de información confidencial y la interrupción de operaciones críticas. Las organizaciones pueden ser blanco de estas amenazas para obtener ventajas competitivas o para desestabilizar a un rival. Además, las amenazas persistentes son utilizadas por actores estatales para llevar a cabo operaciones de espionaje contra otros gobiernos.
Ejemplos: Un ejemplo notable de amenaza persistente es el ataque de APT1, atribuido al grupo de hackers chinos conocido como Unit 61398, que se centró en empresas de tecnología y defensa en EE. UU. durante varios años. Otro caso es el ataque a la red de la empresa de energía estadounidense, que permitió a los atacantes acceder a sistemas críticos y recopilar información sensible durante un largo período.