Descripción: La clasificación ordinal es una tarea de aprendizaje supervisado en la que las categorías a las que se asignan las instancias tienen un orden natural. A diferencia de la clasificación nominal, donde las categorías son mutuamente excluyentes y no tienen un orden inherente, en la clasificación ordinal las clases pueden ser organizadas en una jerarquía. Esto significa que, por ejemplo, en un sistema de evaluación de productos, las categorías podrían ser ‘malo’, ‘regular’, ‘bueno’ y ‘excelente’, donde cada categoría tiene un nivel de calidad que se puede comparar con las demás. Esta característica de orden permite que los modelos de clasificación ordinal no solo predigan la categoría a la que pertenece una instancia, sino que también reflejen la relación de orden entre las categorías. Los algoritmos utilizados para la clasificación ordinal suelen adaptarse para tener en cuenta esta estructura jerárquica, lo que puede mejorar la precisión de las predicciones en comparación con los métodos de clasificación estándar. La clasificación ordinal es especialmente relevante en contextos donde las decisiones se basan en rangos o niveles, como encuestas de satisfacción, análisis de riesgo y evaluación de desempeño, donde el orden de las categorías es crucial para la interpretación de los resultados.
Usos: La clasificación ordinal se utiliza en diversas aplicaciones, como en encuestas de satisfacción del cliente, donde los encuestados pueden clasificar su experiencia en una escala de satisfacción. También se aplica en la evaluación de riesgos, donde los riesgos pueden clasificarse como bajo, medio o alto. En el ámbito de la educación, se puede utilizar para clasificar el rendimiento de los estudiantes en categorías como insuficiente, suficiente, notable y sobresaliente. Además, en el análisis de productos, se puede emplear para clasificar reseñas de usuarios en diferentes niveles de calidad, lo que ayuda a los consumidores a tomar decisiones informadas.
Ejemplos: Un ejemplo de clasificación ordinal es el sistema de calificaciones en las escuelas, donde los estudiantes pueden recibir calificaciones que van desde ‘F’ (reprobado) hasta ‘A’ (excelente). Otro ejemplo es la clasificación de películas en plataformas de streaming, donde los usuarios pueden calificar las películas en una escala de 1 a 5 estrellas, reflejando su nivel de satisfacción. También se puede observar en la evaluación de servicios médicos, donde los pacientes pueden clasificar su experiencia en categorías como ‘muy insatisfecho’, ‘insatisfecho’, ‘neutral’, ‘satisfecho’ y ‘muy satisfecho’.