Descripción: El control distribuido es una arquitectura de control en la que las funciones de gestión y supervisión están repartidas entre múltiples dispositivos en lugar de estar centralizadas en un único punto. Esta distribución permite una mayor flexibilidad y escalabilidad en la gestión de redes y sistemas, ya que cada dispositivo puede operar de manera autónoma y colaborar con otros para tomar decisiones en tiempo real. En el contexto de las redes en general, el control distribuido se convierte en una característica clave, ya que permite a los administradores implementar políticas y configuraciones de manera más eficiente y adaptativa. Las características principales del control distribuido incluyen la resiliencia, ya que la falla de un dispositivo no compromete todo el sistema, y la capacidad de respuesta, ya que las decisiones pueden tomarse más cerca del lugar donde se generan los datos. Esta arquitectura también fomenta la innovación, permitiendo la integración de nuevos dispositivos y tecnologías sin necesidad de reestructurar completamente la red. En resumen, el control distribuido es fundamental para la evolución de las redes modernas, proporcionando un marco que apoya la agilidad y la adaptabilidad en un entorno tecnológico en constante cambio.
