Descripción: La Denegación de Servicio Distribuida (DDoS) es un tipo de ataque cibernético en el que múltiples sistemas comprometidos se utilizan para inundar un objetivo específico con tráfico, lo que provoca que el servicio se vuelva inoperante. Este ataque se lleva a cabo mediante una red de dispositivos infectados, conocida como botnet, que envían solicitudes masivas al servidor objetivo. La saturación de tráfico puede hacer que los recursos del servidor se agoten, impidiendo que usuarios legítimos accedan al servicio. Los ataques DDoS pueden ser de diferentes tipos, incluyendo ataques de volumen, que buscan consumir el ancho de banda, y ataques de capa de aplicación, que se centran en agotar los recursos del servidor. La complejidad de estos ataques radica en su naturaleza distribuida, lo que dificulta su mitigación, ya que el tráfico proviene de múltiples fuentes. La protección contra DDoS es un aspecto crucial de la ciberseguridad, y las organizaciones deben implementar medidas adecuadas, como firewalls y sistemas de detección de intrusiones, para salvaguardar sus infraestructuras. En el contexto de TCP/IP, los ataques DDoS pueden explotar vulnerabilidades en el protocolo para amplificar el tráfico malicioso. En entornos tecnológicos generales, los ataques DDoS pueden tener consecuencias devastadoras, afectando la disponibilidad de servicios críticos y la reputación de las empresas.
Historia: Los ataques DDoS comenzaron a ganar notoriedad en la década de 1990, con los primeros incidentes documentados que involucraban ataques de denegación de servicio simples. Sin embargo, el término ‘DDoS’ se popularizó a finales de los años 90 y principios de los 2000, cuando se comenzaron a utilizar botnets para llevar a cabo ataques más sofisticados y devastadores. Uno de los eventos más significativos fue el ataque a la empresa de hosting eBay en 2000, que resultó en la interrupción de sus servicios durante varias horas. Desde entonces, los ataques DDoS han evolucionado en complejidad y escala, convirtiéndose en una herramienta común en el arsenal de los cibercriminales.
Usos: Los ataques DDoS se utilizan principalmente para interrumpir el funcionamiento de servicios en línea, como sitios web y aplicaciones. También pueden ser utilizados como una forma de extorsión, donde los atacantes amenazan con llevar a cabo un ataque a menos que se pague un rescate. Además, los ataques DDoS pueden servir como una distracción mientras se llevan a cabo otros tipos de ataques cibernéticos, como el robo de datos o la infiltración en redes.
Ejemplos: Un ejemplo notable de un ataque DDoS fue el ataque a Dyn en 2016, que afectó a numerosos servicios en línea, incluyendo Twitter, Netflix y Spotify. Este ataque utilizó una botnet compuesta por dispositivos IoT comprometidos, lo que provocó una interrupción masiva de servicios. Otro caso es el ataque a GitHub en 2018, que alcanzó un tráfico de 1.35 Tbps, estableciendo un récord en la magnitud de ataques DDoS.