Descripción: La fractura cigomática es una lesión que afecta al hueso cigomático, también conocido como el hueso de la mejilla. Este hueso es fundamental para la estructura facial, ya que forma parte de la órbita ocular y contribuye a la forma del rostro. Las fracturas cigomáticas suelen ocurrir como resultado de un trauma facial, como accidentes automovilísticos, caídas o agresiones físicas. Estas fracturas pueden variar en gravedad, desde pequeñas fisuras hasta fracturas completas que pueden desplazar el hueso. Los síntomas comunes incluyen dolor, hinchazón, deformidad facial y dificultad para abrir la boca o mover la mandíbula. La evaluación de una fractura cigomática generalmente implica un examen físico y estudios de imagen, como radiografías o tomografías computarizadas, para determinar la extensión de la lesión y planificar el tratamiento adecuado. La atención médica oportuna es crucial para evitar complicaciones a largo plazo, como problemas estéticos o funcionales en la mandíbula y los ojos.
Historia: El término ‘fractura cigomática’ ha sido utilizado en la medicina desde hace más de un siglo, aunque el estudio de las fracturas faciales se remonta a la antigüedad. En el siglo XIX, con el avance de la anatomía y la cirugía, se comenzaron a clasificar y tratar de manera más sistemática las fracturas faciales. La introducción de técnicas quirúrgicas avanzadas en el siglo XX permitió un mejor manejo de estas lesiones, mejorando los resultados estéticos y funcionales para los pacientes.
Usos: Las fracturas cigomáticas son tratadas principalmente en el ámbito de la cirugía maxilofacial. Los cirujanos utilizan diversas técnicas para reparar estas fracturas, que pueden incluir la reducción cerrada, donde se alinean los huesos sin necesidad de incisiones, o la reducción abierta, que implica cirugía para acceder directamente al hueso. Además, se utilizan implantes y placas de fijación para estabilizar la fractura durante el proceso de curación.
Ejemplos: Un caso típico de fractura cigomática puede ocurrir en un accidente automovilístico, donde el impacto puede causar una fractura en el hueso cigomático. Otro ejemplo es en deportes de contacto, como el boxeo, donde un golpe directo en la cara puede resultar en esta lesión. En ambos casos, el tratamiento puede incluir cirugía para reparar el hueso y restaurar la función y la estética facial.